9 de abril de 2013


Se despierta, le mira, él duerme, sonríe. Se tumba hacia arriba, respira, respira, respira...
Se despierta, la mira, ella duerme, sonríe. Se tumba hacia arriba, respira. Le gusta tenerla cerca, aunque no se miren, no se hablen, no se toquen, no se huelan. Simplemente le gusta esa sensación de lejanía y de tranquilidad que le recorre por el cuerpo, con solo saber que está ahí. ¿Todo psicológico? Sí, seguro. Está convencido, pero le da lo mismo. Se vuelve a girar, la mira otra vez, lleva unas medias caladas, y un sujetador. Está tan sexy con ese pelo largo, rubio y alborotado. Y esa cara de placer que pone, incluso durmiendo, solo pensar en ello le excita. Ella le excita, no se puede imaginar hasta que punto. Cuando vuelve a ser dueño de sus pensamientos y consciente de sus hechos, se percata de que ya la tiene encima, sus manos ya agarran fuertemente sus muslos, y que le está comiendo a besos.